María Lourdes Afiuni es jueza de la República Bolivariana de Venezuela, pero comparte prisión con varias mujeres que ella mismo condenó. Afiuni, de 47 años, asegura que teme por su vida.
"No puedo salir de esta área; ir al comedor o al patio. Llevo ocho meses sin poder disfrutar del cielo abierto". Algunas internas la amenazan desde el otro lado pasillo; "te vamos a sacar los ojos", y han tratado de meterse en su habitación con un puñal artesanal.
Ella afirma que es "una presa de Chávez". "No he cometido ningún delito, él me condenó por televisión", dice en su celda de "dos por tres metros". En realidad la condenó tres veces. Las tres veces que habló de su caso en sus frecuentes intervenciones públicas. "Habrá que meterle pena máxima a esa bandida: ¡30 años de prisión! Esa jueza tiene que pagar con todo el rigor de la Ley por lo que ha hecho, y a cualquier otro juez que se le ocurra algo parecido", dijo Chávez en cadena nacional el pasado 12 de diciembre.
Un día después, el líder revolucionario insistió que "debería ser condenada a la pena máxima" y agregó que en tiempos de Simón Bolívar, la jueza hubiera sido fusilada.
Cumplir la ley
Afiuni contesta que se limitó a cumplir el Código Penal. Su delito: excarcelar al empresario Eligio Cedeño; acusado de sustraer 27 millones de dólares del sistema cambiario. El pasado 10 de diciembre, la jueza liberó al empresario y le dictó prohibición de salida del país, con régimen de presentación cada 15 días. Pero el banquero venezolano huyó a Florida.
"Cedeño llevaba tres años preso sin sentencia firme, y la Ley dice que un acusado sólo puede estar 24 meses. Lo que hice fue cumplir la Ley", señala. "El expediente de Cedeño tenía hasta una resolución de la ONU donde me instaba a darle una medida cautelar".
La Fiscalía ordenó su detención media hora después de poner en la calle al empresario. Pero en lugar de enviarla a una prisión para condenados por delitos administrativos, Afiuni ingresó a una cárcel de presos comunes a las afueras de Caracas, donde hay una docena de internas que ella mismo puso tras las rejas.
"Comparto prisión con sicarias con 18 asesinatos, infanticidas, narcotraficantes...". Esta jueza con 10 años de experiencia en los circuitos de Caracas fue acusada de "corrupción, abuso de autoridad y ayuda a la fuga" por actuar sin la presencia de un fiscal. Durante la audiencia preliminar, los fiscales no encontraron nada extraño en sus cuentas de banco que demostrara el cobro dinero. La jurista hace comparaciones: "Imputar corrupción sin beneficio económico es un disparate. Es como un homicidio sin cuerpo...".
Durante estos ocho meses, el Parlamento Europeo; la comisión de la ONU sobre la detención arbitraria; la organización Human Rights Watch; la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA y colegios de abogados de todo el continente han pedido su liberación, pero Chávez desestima las críticas, argumentando que una jueza "que libera a un bandido es peor que el bandido mismo".
"El enfado de Chávez por televisión confirma que Eligio Cedeño era un preso político... A él le pierde su boca".
-¿Y con su caso?
-Supongo que es una medida aleccionadora. Detener a un juez por dictar una medida cautelar es un atropello. El sistema judicial en Venezuela falleció y perdió su autonomía. Los jueces tienen mucho miedo y obedecen al presidente. Sólo los que están retirados se atreven a denunciar lo que está pasando públicamente. La Fiscalía hace lo que le da la gana...
La jueza explica que ella y muchos de compañeros de lo penal se "la pasan rezando para no nos caiga un caso donde el Gobierno tenga interés", porque actuar según el Derecho "nos puede costar el cargo". Ella, dice, es el mejor ejemplo. "Yo pienso que los jueces que se dejan intimidar son unos cobardes. ¿Dónde está su juramento? Qué renuncien si no son capaces de cumplirlo".]
Blackberry y Twitter
La única ventana que tiene Afiuni con el mundo es un Blackberry y su cuenta de Twitter (@mariafiuni), donde la siguen 27.025 personas. Antes disfrutaba de un ordenador portátil, pero en Semana Santa se lo requisaron. Su celda la comparte con otras dos presas, aunque sólo hay una litera con dos camas. "La cárcel está diseñada para 250 internas y estamos recluidas 714. Te puedes imaginar las condiciones".
Como no puede ir a la cantina, Afiuni guarda debajo de su cama una pequeña cocina portátil que enchufa en el pasillo. Algunas amigas la ayudan a cocinar porque ella "no sabe ni freír un huevo". Su madre trae la comida. "Mi situación es terrible. Si Chávez me va a tener presa que por lo menos sea en El Helicoide (sede de los servicios de inteligencia), donde están las esposas de los banqueros corruptos", dice con ironía.
En la celda hay una televisión -sin señal-, un devedé, una nevera, una mesa y tres taburetes plástico. En la mesa se amontonan discos de Roberto Carlos, Maddona, Marc Anthony y Robin Williams. También series de televisión y algunos libros de autoayuda. "El último que leí fue sobre Baltasar Garzón; "Mundo sin miedo'", dice la jueza.
Afiuni lleva un lazo rosa en el pecho. Hace seis meses se detectó un bulto en la axila y estuvo peleando para poder visitar a un médico de su confianza. "Me llevaron al Hospital Militar como si fuera una narcotraficante (esposada, con chaleco antibalas y custodiada por 25 funcionarios de la Guardia Nacional). No me hicieron biopsia, sólo una ecografía y el médico dijo que era benigno. Tendré que confiar en su criterio", dice con incertidumbre y resignación.
Su arresto es sólo uno más de una ola de detenciones que sacude este año Venezuela, donde los adversarios de Chávez le acusan de querer consolidar sy poder al más puro estilo cubano. En marzo, la policía arrestó al ex candidato presidencial, Oswaldo Álvarez Paz, quien pasó dos meses en prisión por criticar la presencia de grupos terroristas y narcotraficantes en el país y sus presuntos nexos con funcionarios del Gobierno. En junio los dos máximos accionistas de la cadena opositora Globovisión, Guillermo Zuloaga y Nelson Mezerhane, huyeron del país tras ser acusados por sendos delitos corrupción económica. En los ocho meses que lleva encarcelada, María Lourdes Afiuni ha perdido cerca de 10 kilos. Su hermano Nelson bromea que antes estaba "un poco gordita", pero lo hace para quitar hierro sobre su precaria situación carcelaria.
Esta madre soltera de una hija de 18 años, que amontona en su celda decenas de perfumes y estuches de maquillaje, dice que cuando llegó a prisión el cuarto de baño no funcionaba. Tampoco la ducha. "Lo peor fue en la época de lluvias; las alcantarillas se atascan y aparecen las ratas". Afiuni asegura que por las noches escucha a los roedores mordisquear su comida. Los miércoles y los domingos, sin embargo, recobra algo de humanidad. Son los días de visita. Hoy la acompañan su madre, sus dos hermanos, su tía, cuñada y una sobrina de seis años, que no comprende lo qué ocurre pero le echa la "culpa a Chávez". Lo que más odia es la rutina de la cárcel. Se levanta a las cinco de la mañana, porque a las 05:30 empieza el conteo de presos. Luego prepara café y arepas (una especie de pan hecho con harina de maíz) en su cocina eléctrica, y regresa a su celda para ver pasar las horas. "Todas tienen actividades menos yo", se queja este jueza que lleva ocho meses sin poder disfrutar de los rayos del sol.
El Mundo.es
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