miércoles, 9 de marzo de 2011

"Los derechos humanos no son concesiones de ningún gobierno"

"El derecho a la libertad religiosa es un fundamental, y es un derecho que está pendiente". Monseñor Peña Parra, un saladillero que ha servido en tres continentes, pidió sabiduría como regalo de su 51 cumpleaños el pasado 6 de marzo

Edgar Robinson Peña Parra nació en la populosa barriada de El Saladillo (Maracaibo - Zulia), el 3 de marzo de 1960, y a los 16 años ingresó al Instituto Universitario Seminario Santo Tomás de Aquino en San Cristóbal, donde se graduó de Licenciado en Filosofía en el año de 1981.

En 1985 recibió el título de Licenciado en Teología en el Instituto Universitario Santa Rosa de Lima en Caracas, y ordenado sacerdote por Monseñor Domingo Roa Pérez en la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá. Inició estudios en la Pontificia Academia Eclesiástica (Vaticano) y obtuvo el título de doctor en Derecho Canónico.

Realizó la especialización en Derecho Internacional, en la Pontificia Universidad Gregoriana, estudio simultáneo con la Academia Diplomática del Vaticano.

Desde 1993 comenzó sus servicios por los continentes. Hasta 1997 en la Nunciatura Apostólica en Nairobi - Kenia, en la cual también representó la Santa Sede ante las Agencias de las Naciones Unidas para el Ambiente (con las siglas UNEP) y para la vivienda conocida como Habitat. Hasta 1999 en la Nunciatura Apostólica Yugoslavia en Belgrado. De donde es enviado a la capital de Suiza, Ginebra, y luego a Sur África. En este período de tres años, hasta el 2002 desempeña su labor diplomática en la Misión Permanente de la Santa Sede ante la ONU y la OMC. De 2002 y hasta el 2005 pasa a ser el Consejero en la Nunciatura Apostólica en Tegucigalpa, Honduras, y desde el 2006 se desempeñó en la Nunciatura Apostólica de México, hasta hoy, cuando el Papa Benedicto XVI lo ha elevado a la categoría de arzobispo y nombrado Nuncio Apostólico en Pakistán.

-¿Cómo se siente al volver a su tierra?

-He venido a mi tierra a celebrar, a darle agracias a la Virgen por esta designación que me ha hecho el Papa Benedicto XVI, y estoy muy regocijado y verdaderamente agradecido con el pueblo de Maracaibo, con mi familia, con mis amigos, con los dirigentes del estado por la acogida y el cariño mostrado. Estoy muy contento, porque cuando te demuestran que te quieren, dice un dicho: "amor con amor se paga".

-¿Qué es lo que más ha extrañado al estar fuera de su Zulia natal?

-Del Zulia extraño todo. Pero ahora con las nuevas tecnologías uno está informado, puede escuchar la gaita donde esté; lo que queda más difícil es su comida, todo ese acervo cultural gastronómico que tenemos en el Zulia, que es irremplazable. Soy fanáticos de las Águilas y de todo lo que es Zulia, todo lo que es Maracaibo. Yo me considero un maracucho 100%. Durante mis años en Ginebra la misión venezolana era grande y cuando mis compañeros diplomáticose me preguntaban: 'Edgar, ¿cuándo te vas de vacaciones?', yo les decía: 'yo me voy a Maracaibo tal día... '.

-¿Cómo lo ha marcado su tránsito por tres continentes?

-Cada país te marca porque en cada uno encontramos una cultura, una gente con sus propias costumbres, una riqueza inmensa. En el África por ejemplo, con sus hermosos paisajes, con su gente abierta y buena, es encantadora... Mis cuatro años en Nairobi, en Kenia, fue una experiencia maravillosa. Luego estuve dos periodos en Europa, en Los Balcanes. Yo definí entonces a Los Balcanes como el Suramérica de Europa. Era el tiempo del dictador Milosevic, pero no obstante la gente vivía, esperaba, los jóvenes creían y eso era algo maravillo. También viví cuatro años en Ginebra, en Naciones Unidas. Esa es una experiencia universal, y Suiza es el país de la perfección, del orden... Finalmente he venido a mi continente, a Honduras, un país pequeño, el país más pobre después de Haití y Bolivia, pero uno de los países más ricos en cariño. Y luego México con sus tradiciones, con la cultura milenaria de los mayas, de los aztecas, ese símbolo que es la Virgen de Guadalupe... Cada país, cada continente, queda grabado en el corazón de un sacerdote y de un diplomático.

-Su tesis para obtener el título de Doctor en Derecho Canónico (que fue publicada por la Santa Sede) fue "Los Derechos Humanos en el Sistema Interamericano a la luz del Magisterio Pontificio" ¿Qué tiene que decir sobre este tema tan vigente?

-El tema de los derechos humanos es una de las más grandes conquistas de nuestro tiempo, porque no son concesiones que le hacen a la persona humana, sino que vienen inherentes a nosotros, nos pertenecen. No hay concesión por parte de ningún Estado ni gobierno, y no me refiero específicamente a Venezuela, sobre los derechos humanos. Hay muchos derechos que siguen pendientes. Yo quiero especialmente hablar, porque me toca muy de cerca, sobre el derecho a la libertad religiosa. Este es un derecho fundamental, y muchas veces en el mundo entero, los gobiernos creen que es una concesión a la Iglesia... a cualquier iglesia o grupo religioso. Eso está pendiente, porque en muchos países -cada vez hay mas- se ven violentados, conculcados, estos derechos, especialmente el de la libertad religiosa.

-Cuando el 6 de marzo celebró su cumpleaños, ¿qué deseó como regalo?

-La sabiduría. A Salomón, cuando fue nombrado rey, Dios le dio la oportunidad de que pidiera un deseo y dice la escritura que no pidió larga vida ni riqueza ni poder, sino que pidió sabiduría. Sabiduría para poder servir, y eso le pido hoy al Señor y a la Virgen de Chiquinquirá al cumplir mis 51 años. Sabiduría para poder llevar adelante la misión que me ha encomendado.

-¿Algo que considere que tenga pendiente?

-Ahora tengo pendiente todo mi episcopado ya que me acaba de ser conferido Soy Obispo de la Iglesia, sucesor de los apóstoles y por lo tanto allí tengo todo un programa de vida que tengo que hacer realidad.

-¿Qué significa Monseñor Lückert para Edgar Peña?

Monseñor Lückert para mí y para muchos sacerdotes de Maracaibo es un maestro, es un amigo, es un hombre bueno, un gran hombre, un gran venezolano y un gran zuliano que nos ha dado ejemplo de gallardía, de valor, de consecuencia y de entereza.Él nunca ha tenido miedo de anunciar a Cristo y de denunciar aquello que no está de acuerdo con lo que Cristo y la Iglesia nos proponen.

-¿Cuáles son sus expectativas frente a la nueva misión que le ha encomendado Su Santidad, en Pakistan, eminentemente musulmán?

-Voy dispuesto a conocer profundamente ese lugar, ese país a donde me manda el Santo Padre, y a amarlo y servirlo con todo mi corazón.

El Universal

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